Viviendo la vida loca


Nov. 29, 2007, midnight | By Selene Tituana | 16 years, 4 months ago

Un programa de intercambio expone una estudiante de Blair a una nueva perspectiva


Originalmente escrito por Alisa Lu, Escritora en línea
9/27/2007

Cuando Elissa Fischel, estudiante del duodécimo grado, entró el primer día de la escuela en el amplio y extendido edificio de la escuela secundario, era obvio que ella resaltaba en un mar de estudiantes. Siempre que ella caminaba por los largos pasillos, los estudiantes se paraban y la miraban fijamente. Fischel no tenía una señal pegada en su espalda ni nada parecido; ella era distinta porque era estadounidense, una extranjera en Brasil.

Fischel y su familia vacacionando en Río de Janeiro al final del viaje. Foto cortesía de Fischel.

Fischel pasó once meses estudiando en el extranjero en Goiânia, Brasil, el año escolar 2006/2007. Fischel viajó via Intrax, una organización que, desde 1980, ha planificado los viajes de unos 40.000 estudiantes en intercambio de estudios en el extranjero. Los estudiantes pueden solicitar el programa de Intrax para estudiar en el extranjero a uno de los 17 diferentes países a través de Europa, Asia y Sur América, según el sitio de web de Intrax.

El papel del destino

En un viaje a Brasil y Argentina en el 2006, los padres de Fischel se sentaron junto a una estudiante estadounidense de intercambio, quien estaba estudiando en Brasil por un año. Después de haber hablado con la estudiante, los Fischel decidieron proponer la idea de estudiar al exterior a su hija. "Cuando mis padres regresaron, me dijeron lo fascinante que era y me persuadieron hacerlo," Fischel recuerda.

Fischel contempló la idea de ir al extranjero como un descanso del drama personal en su vida. Los primeros años en la secundaria habían sido duros para Fischel y estaba cansada de "estar triste, algo celosa o enojada todo el tiempo." La oportunidad de explorar el mundo, conocer gente nueva y aprender un nuevo idioma también fue importante a la hora de toma la decisión. "Pensó que podría ser super genial, y realmente lo era," dice Fischel.

Después de haber decidido estudiar en el extranjero, Fischel comenzó a investigar programas de estudio en el extranjero durante la secundaria. Ella finalmente se decidió por Intrax porque tenía una variedad de programas y porque la fecha de entrega de la solicitud era más tarde de lo normal. Fischel llenó la solicitud, mandó un álbum de fotos personales y contestó preguntas en una entrevista con Intrax hecha por teléfono en la primavera del 2006.

A pesar de sus dudas de no ser admitida en el programa, Fischel recibió una carta de Intrax en junio del 2006, informándole que iría a Brasil. "Cuando recibí la carta de confirmación, estaba completamente regocijada. No podía creer que yo realmente iba a ir a Brasil y vivir sola en otro país por un año," dice Fischel.

Institución de Educação de Goiás, la secundaria a la cual asistió Fischel en Brasil. Foto cortesía de Fischel.

Unas pocas semanas antes de partir, Fischel empezó a dudar su decisión. "Me puse un poco nerviosa y me preguntaba, ¿que estoy haciendo?" refleja Fischel. Aunque hubiera podido quedarse en los Estados Unidos, ella no habría podido conseguir un reembolso porque Intrax requiere que los estudiantes paguen inmediatamente después de ser aceptados.

Aunque Fischel fue aceptada, ella no podía dejar de pensar en que estaba a punto de entrar en el tercer año de la secundaria—uno de los años más difíciles académicamente. Fischel expresó sus preocupaciones a su consejera Marcia Johnson, y para sorpresa de Fischel, Johnson le aconsejó que se fuera después de asegurarla que podría completar sus créditos y graduarse sin tener que repetir el año.

Aún después de obtener permiso para el viaje y resolver las preocupaciones con su consejera, Fischel continuaba con la misma inquietud acerca de cómo iba a completar su tercer año en la secundaria. "Yo no sé como las universidades van a juzgarme cuando vean que no tengo calificaciones del año más importante en la secundaria," comenta Fischel. Aún hoy, ella todavía se preocupa pero no lamenta haber ido a Brasil.

Fischel recuerda el apoyo unánime que ella recibió en Blair en su tentativa decisión de estudiar en el extranjero. "Yo realmente estaba algo sorprendida acerca de esto porque yo pensaba que nadie me dejaría ir pero todos me apoyaron. Parece que ellos querían librarse de mi," Fischel comenta con una sonrisa.

Inesperado pero apreciado

Cuando Fischel toco suelo en Goiânia por primera vez, no fue lo que ella se esperaba. Ella anticipaba la vida de Río de Janeiro o San Paolo. Al contrario, Fischel se encontraba rodeada de campos de agricultura en una ciudad pequeña con "muchas vacas y gallinas y bastantes agricultores," Fischel cuenta. "Era como Idaho en Brasil."

Además de los alrededores inesperados, Fischel tuvo problemas al adaptarse socialmente. "Tuve dificultad en hacer amigos porque mis hermanas de intercambio eran mucho mayores que yo," Fischel dice.

Fischel finalmente hizo amigos cuando fue a una fiesta con sus hermanas de intercambio. Con suerte, Fischel encontró jóvenes de su misma edad que hablaban inglés en la fiesta y se hicieron buenos amigos. "Al final, ellos fueron mis mejores amigos durante el viaje y empezamos a hablar portugués después de una temporada," dice Fischel.

Como Fischel vivió en una comunidad aislada, no había entretenimiento fácil. "Costaba una hora por lo menos en autobús para llegar a todos los lugares de entretenimiento," recuerda Fischel. Como resultado, Fischel se quedaba en casa a menudo, pero gozaba ir de compras, ir al cine y salir con sus amigos.

El impacto del portugués

Unas pocas semanas antes de que ella viajara a Brasil, Fischel compró un programa interactivo para tener un mejor entendimiento del portugués. Sin embargo, el programa no le sirvió. "No me ayudó tanto, aunque aprendí a decir palabras como pescado y elefante."

Fischel en compañía de familia y amigos en el aeropuerto antes de regresar a los Estado Unidos. Foto cortesía de Fischel.

Para prepararse para el choque cultural, Fischel fue a la casa de su amigo brasileño, donde la madre le explicó la cultura en Brasil. "Fui a su casa y su mamá me contó mucho acerca de la cultura brasileña. Después de escucharla me sentí muy emocionada," dice Fischel.

Como Fischel apenas hablaba portugués, lengua materna en Brasil, Fischel tuvo que aprender portugués rápidamente. Por suerte, su familia de intercambio hablaba inglés y gradualmente pudo dominar el portugués. "Mis dos hermanas de intercambio solamente hablaron conmigo en inglés por un mes," dice Fischel. "Y después comenzaron a decir cosas en inglés y repetirlo en portugués para que yo aprendiera."

Al cabo de un tiempo, Fischel fue capaz de hablar portugués y comenzaba a hablar como una brasileña, según Lynn Unger, la coordinadora de Intrax. "Me mencionaron que confundieron a Elissa muchas veces con una brasileña," escribe Unger en un correo electrónico.

Mientras Fischel se adaptaba a la cultura brasileña, ella iba al colegio y tomaba las clases normales de geografía, historia, literatura, ciencias, matemáticas e inglés, obviamente su clase más fácil. En los primeros cinco meses Fischel tenía dificultad en entender ya que todas sus clases eran en portugués. Con el paso del tiempo, el portugués le venía automáticamente.

Pero para la gente del pueblo tranquilo donde ella vivió, era obvio que Fischel todavía resaltaba entre los que la conocían como la americana. "Viví en un pueblo pequeño, no era un sitio turístico, muchos de ellos jamás habían visto una persona de otro país," comenta Fischel. "La gente se interesaba de mi, lo cual era divertido, pero me avergonzaba cuando caminaba por los pasillos del colegio y los estudiantes me miraban fijamente."

La pasión por viajar se le cumplió

Una de los recuerdos favoritos de Fischel es cuando fue a Pirenópolis a 130 kilómetros de Goiânia. Pirenópolis es conocida por sus cataratas impresionantes. Al principio de su llegada a Brasil, Fischel se inscribió al viaje con su programa de intercambio y fue con un grupo de estudiantes de Brasil y estudiantes de los Países Bajos. "Fuimos adentro de las cataratas. Siempre me acordaré de esa experiencia. Eso fue uno de los puntos culminantes del viaje," dice Fischel.

Fischel viajó también a Río de Janeiro y a Salvador de Bahia cuando sus padres la visitaron al final de su estancia en Brasil. "Yo quería salir y experimentar el Brasil que una vez me imaginé cuando me inscribí al programa de intercambio," dice Fischel, añadiendo que aunque sus alrededores fueron una sorpresa, ella no lamenta haber ido a Brasil y haber vivido en una ciudad pequeña.

Aunque la experiencia fue más rústica de lo que ella se esperaba, fue algo inolvidable para Fischel, quien espera volver a Brasil retrasando la universidad un año. Fischel quiere regresar como voluntaria a Río de Janeiro o a otra ciudad grande donde ella pueda ayudar a los pobres y experimentar la vida en las grandes ciudades. "Aprendí otro idioma, otra cultura e hice muy buenos amigos de diferentes países del mundo," Fischel dice.

Yendo a Brasil, Fischel aprendió también la clave de sobrevivencia: la independencia. "Definitivamente aprendí cómo ser mucho más independiente, lo cual fue como una preparación para la universidad, cómo haber vivido sola y haber tenido que tomar mis propias decisiones. Nunca hubo un momento aburrido," ella dice.




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